martes, 25 de septiembre de 2012

DOMINGO 30 DE SEPTIEMBRE, 2012


             En aquellos días, el Señor bajó de la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar enseguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: -“Eldad y Medad están profetizando en el campamento.”Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: -“Señor mío, Moisés, prohíbeselo.” Moisés le respondió: -“¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!” Al Espíritu del Señor, que “sopla donde quiere”, no se le puede poner barreras “organizativas” desde fuera. Eldad y Medad estaban entre los elegidos, pero no habían acudido al lugar previsto. La acción de Dios no tiene por qué ceñirse a unos cauces preestablecidos.

            En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: -“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.” Jesús respondió: -“No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra vosotros está a favor vuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. Gracias, Jesús, por esta lección de apertura de mente, gracias por corregir nuestra tendencia al exclusivismo, a poner límites a tu acción salvadora. Tú puedes, Señor, suscitar también actitudes cristianas –el vaso de agua ofrecido gratuitamente-  fuera de la Iglesia y recompensar a quienes obran el bien.

          El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Escandalizar es inducir a alguien al mal, a un obrar que le destruye porque mata en él la vida divina, la gracia, y por tanto, le aparta del Bien Supremo, Dios. Este comportamiento es satánico, especialmente si procede de personas con autoridad sobre los niños.  

          Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace  caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. La inducción al  mal puede venir también de mi interior  por medio de los deseos malos, simbolizados  por la mano, el pie y los ojos, con que los podemos poner por obra. En este caso, nuestra actitud ha de ser radical, aceptando las renuncias más fuertes y dolorosas. La reina Blanca de Castilla, le dijo a su hijo, Luis IX, rey de Francia: “Preferiría verte muerto a mis pies antes de que cometieras un pecado mortal”. Su hijo es San Luis, rey de Francia. Da Jesús a los padres la sabiduría de esta madre de familia. Y a todos nosotros, horror al pecado. Aparta, Señor de mí –como sea- lo que me aparte de Ti.

            Vuestra  riqueza está corrompida. (…) Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no es resiste. Tú eres mi riqueza, Jesús.

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